Después de mucho tiempo me voy dando cuenta que estoy muerto, vivo de inercia, de un impulso primario que me hace caminar día a día como una sombra, arrastrando los días como la bola de un preso, sonriendo a la mañana como quien se ríe de si mismo, dándome cuenta que realmente, no estoy mas que de prestado, que no es esto lo que quiero, pero que nada hay que pueda hacer ya.
El dia se transforma en noche, y la noche en día, la mañana pasa rauda y el río de las horas se desborda mientras la inutilidad del hecho de estar vivo apacigua mi ansia de volar, remansa mi corazón destrozado y allana el camino rodeado de cansancio hacia un descanso sin sueños que duelan.